Me he encontrado recientemente con un caso que me tiene preocupada. Como futura educadora, me preocupa enormemente si, al menos en la escuela pública, se estará haciendo lo correcto para detectar casos de déficit de atención. Pues bien, la realidad con la que me he topado de golpe es que se detectan pero muchos docentes lo achacan al poco interés de los padres por poner límites, o que el alumno en cuestión es una persona que requiere constantemente la atención de un adulto, por aquello de que "necesita que estén siempre pendientes de él". Es visto como una llamada de atención constante, lo cual requiere de unos medios y recursos que muchas veces no es que no se tengan, sino que no se quieren poner en práctica debido al esfuerzo educativo e individualizado que supone.
Lo primero que deberíamos tener en cuenta es que siempre hay un por qué. Si partimos de uno que está excesivamente lleno de prejuicios, jamás ayudaremos en nuestra labor al alumno/a que tiene un problema.
Los ámbitos de partida son dos fundamentalmente (ampliables según la magnitud del mismo). Me refiero al ámbito familiar y al escolar.
Es necesario hablar con padres para saber si han detectado algo en la conducta, en su día a día, en su autonomía... Si son conscientes de que algo pasa y que puede haber un problema de base y además contamos con su apoyo e implicación, tenemos medio camino recorrido. De lo contrario conviene informar sobre el comportamiento, actitud o déficit detectado.
Pero atención Educadores!! Nosotros somos parte importante para guiar a padres y alumnos y poner en práctica nuestra vocación. No podemos dejarlo en manos de una educación "normalizada" que lo conduzca a un fracaso escolar o una marginación. La educación es un esfuerzo constante y la educación de niños con necesidades especiales es un esfuerzo constante elevado al cuadrado. Si no se tiene una paciencia, dedicación o interés necesarios (por no hablar de conocimientos) conviene apartarse del camino y dejar que sea otra persona la que tome las riendas.
Por favor, educadores/as, psicopedagogos/as, padres/madres y demás profesionales docentes: una evaluación eficaz del alumno/a con déficit atencional es primordial. A partir de ahí hay que poner en marcha las tácticas necesarias para lograr una educación de calidad para todos. No sólo para los niños mal llamados "normales" sino para cualquiera que pueda tener algún déficit, carencia (social o familiar) que repercuta en su vida escolar/familiar. Se trata tan sólo de abrir los ojos y mirar al alumno. ¿Qué hace? ¿por qué? ¿qué puedo hacer para que mejore? ¿con qué recursos cuento? ¿cuáles son las dificultades posibles con las que me puedo encontrar? ¿tengo apoyos?
Solo así encontraremos lo que tanta recompensa nos da: aprender nosotros para enseñar a otros y lograr su plena integración.
Una cosa que debe estar en la mente de todos: PROHIBIDO MIRAR HACIA OTRO LADO, SE LO DEBEMOS A ELLOS Y NOS LO DEBEMOS A NOSOTROS.